Finalizamos nuestras entrevistas bicheras del 2020, charlando con Javier Álvarez, creador del Blog Anfibios y Reptiles de La Rioja.

Éste riojano de pura cepa lleva desde niño enamorado por la esta otra naturaleza como son los anfibios y reptiles (además de otros grupos faunísticos como mamíferos o aves). Un naturalista inquieto, estudioso de su biología, etología, morfología… pero sobre todo un apasionado de la herpetología del campo y del monte.

Javier, momentos antes de liberar un mochuelo, allá por 1986…

Antiguo miembro del Fondo Riojano para el Estudio y Conservación Ambiental (más tarde dio lugar a Ecologistas en Acción de La Rioja). También fue socio de la Sociedad Española de Ornitología (SEO) y miembro del Grupo Ornitológico de La Rioja (GOR).

Ya desde 2010 se centra casi exclusivamente en los hérpetos, poniendo en marcha el Atlas Herpetológico de La Rioja, donde realiza junto con aficionados, voluntarios y biólogos, un inmenso trabajo de muestreo, citación y otros aspectos de la herpetología de campo.

Su último proyecto, «El gran año de las serpientes», un canal de YouTube donde nos ha ido contando los logros de su gran reto 2020: ver en un mismo año todas las especies ibéricas de serpientes.

¿Lo habrá conseguido? Pasemos a hablar con él, a ver que nos cuenta sobre esta aventura recorriendo la península y otros asuntos, con ese estilo tan peculiar de contar las cosas que sólo él tiene. ¡Empezamos..!

– Un placer tenerte por aquí Javier. Los que te conocemos admiramos de ti dos cosas: por un lado tu gran y detallado conocimiento de las especies de hérpetos ibéricas y por otro el estilo propio y la impronta que le das a tus contenidos divulgativos. ¿Te queda mucho por aprender sobre hérpetos ibéricos?

Lo primero de todo gracias a ti Alberto, el placer es mío. Si te refieres a que si me queda por encontrar alguna especie, la verdad es que muy pocas: tan sólo las tortugas marinas y algunas especies “nuevas” de anfibios.

En cuanto a conocimiento, me queda por aprender todo sobre ellas, sólo me sé los nombres científicos y poco más. Es cierto que cada vez sabemos más sobre estos animales y cada vez que sale un estudio o descubrimiento sobre su biología los resultados son absolutamente sorprendentes, pero aún así pienso que como mucho conoceremos un 10% de sus vidas y comportamientos, de lo que pasa en el campo mientras no estamos mirando, no sabemos casi nada.

Tomando datos sobre un ejemplar de víbora áspid para su estudio. Mayo de 2015. Foto: Leandro Arroyo.

– Uno de nuestros referentes en el comienzo del proyecto Bicheando.net fue siempre tu blog «Anfibios y Reptiles de La Rioja». ¿Cómo surgió la necesidad interior de crear este blog? ¿Cuál era o es su propósito?

– Cuando mi interés comenzó a profundizar más sobre estos estos animales, se encontró con que no había apenas información acerca de los anfibios y reptiles riojanos. Tan sólo había algún artículo suelto publicado por ahí, y el tercer y último tomo de Fauna de La Rioja, publicado por la caja de ahorros y titulado “Aves no reproductoras, anfibios, reptiles y peces”.

Libro fauna de la rioja (vertebrados). Vols iii. «Aves no reproductorasanfibios y reptilespeces» 

Nada de todo esto era posterior a 1996, así que quise crear un espacio en el que pudiera encontrarse información sobre nuestra herpetofauna, de una forma accesible y más o menos actualizada. Así es como nació el blog y poco después el Atlas Herpetológico de La Rioja, algo que dista mucho de ser una rigurosa publicación científica, pero que a día de hoy es lo más serio que hay bajo este aspecto sobre anfibios y reptiles riojanos.

– Para los que crean que es fácil crear un Blog y escribir estos artículos, dinos cuando tiempo y recursos te puede llevar escribir un artículo en tu blog.

Para los que no lo crean, las musas existen, e igual que vienen se van. Escribir algo que merezca la pena no es difícil si te pones a ello, pero hay que hacerlo y te puede costar un día o semanas enteras.

Actualmente el blog lo tengo en una especie de hibernación de la que quizá salga algún día. Ya no escribo como antes. Fue algo que empezó con muchas ganas y que poco a poco ha ido desinflándose, simplemente.

«Parece como que los blogs estén en caída libre, que las redes sociales hayan acabado con ellos, que vivimos en un mundo donde la gente no tiene tiempo y que no hay nadie por la labor de leer un artículo que sea medianamente extenso.»

Javier Álvarez

Pero bueno, es algo que ahí queda y que puede retomarse, aunque sea de vez en cuando. Volviendo a tu pregunta podríamos decir con honestidad que escribir un artículo (con todo lo que ello conlleva) en el blog puede costarme una media de una semana, más o menos.

Examinando una culebra bastarda rescatada
de una alberca abandonada. Junio de 2016. Foto: Eduardo Ayala

– ¿Hay algún blog, web o canal que actualmente te parezca recomendable, en cuanto a herpetología, biología, ecología…? (además de bicheando, claro, jaja)

– Pues créeme que ahora mismo sólo me sale bicheando, jajajaja. Ando muy desconectado de internet y no tengo redes sociales.

Se me ocurre algún canal de YouTube como el de Raúl León “Raulophis”, un verdadero fenómeno que no necesita presentación alguna, o el de “Bichos Aragón”, que son unos chicos muy majos de Zaragoza, que se dedican a rescatar fauna caída en aljibes, pozos, etc, al tiempo que efectúan un gran trabajo de inventariado de los distintos efectos trampa, aplicando correcciones a estos en la medida de lo que les es posible.

También me gusta mucho el canal de Alberto Parada “Aventuras barbudas”. Se trata de un biólogo con unos vídeos geniales y ocurrencias divertidísimas, aunque creo que hace bastante que no sube ningún contenido.

Marcando un galápago leproso en Alfaro. Septiembre de 2012. Foto: Carlos Zaldívar

¿Y qué tal con tu reto y canal de YouTube, “El gran año de las serpientes”? ¿Conseguiste tu reto en el año del covid, nada más y nada menos?

– Pues sí lo conseguí, qué cosas. Si me dicen que además nos iban a “robar” la primavera y gran parte del otoño, que son en mi opinión las mejores épocas para la observación de los ofidios, no me hubiera embarcado en ello y aún así ya ves.

Ha sido un reto muy raro en un año atroz, lo cual ha derivado en que esta especie de aventura haya tomado un cariz muy especial para mí; bicheando en solitario, durmiendo y comiendo en el coche, lejos de tus seres queridos. Con decirte que los bares que he pisado desde mediados de marzo se cuentan con los dedos de una mano te lo digo todo… ha sido una especie de viaje iniciático en toda regla.

– Lo de los bares nos ha pasado a todos, jajaja… Entonces ¡reto conseguido!, pero supongo que a base de tiempo y de fracasos, verdad…

– Y sobre todo de tesón, de constancia… y de puro cansancio también. Los fracasos en observación de herpetofauna son habituales, casi la norma si hablamos de serpientes, por lo que no sorprenden.

«Si que han sido especialmente duros estando en solitario, sin un compañero de bicheo con el que desconectar yendo a tomar un café, una cerveza, o simplemente teniendo una conversación acerca de las decisiones a tomar.«

Ha habido momentos en los que me he sentido mentalmente roto, tras todo el día buscando sin parar a comer, sin beber un trago de agua siquiera, embutido en la demencia más absoluta por encontrar algo, a veces bajo un sol de justicia, y total para nada… Eso es algo que si estás en compañía de alguien no te sucede.

– ¿Cuántos kilómetros has recorrido este año con el reto, grosso modo? ¿Cuántos días o jornadas le has dedicado?

– Buff, muchísimos. He echado la cuenta más o menos de lo que he recorrido por mi zona y ya salen unos 2.000 km. A eso habría que sumarle un viaje de una semana a través del Pirineo, otros dos de fin de semana a Picos de Europa, tres fines de semana más al norte de León y los tres viajes a Huelva que he hecho, de una semana de duración cada uno.

Todo ello pasando y bicheando por lugares como Álava, Burgos, Salamanca o Ciudad Real. Atravesando en una ocasión toda Andalucía de oeste a este y regresando a casa a lo largo de toda la costa levantina.

En total, sale que he recorrido alrededor de 14.780 km. Lo cual es algo así como dos veces la distancia entre Cabo Bon, en Túnez, y el Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica, como ir y volver de mi pueblo a Kathmandú en coche o si lo prefieres, la distancia que hay en línea recta de Alaska a Tierra de Fuego… una barbaridad.

– ¡Wow! y, de todo ese tiempo, ¿cuál ha sido la especie más difícil de sacar?

– Ha habido varias que han costado lo suyo, con la culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis) y sobre todo con la culebra de cogulla occidental (Macroprotodon brevis) sudé sangre literalmente. Al final de ésta última sólo encontré un único ejemplar que llevaba caído y atrapado en una balsa abandonada vete tú a saber cuanto tiempo. La pobre estaba desnutrida y deshidratada pero al final pude hacer un vídeo con ella.

«No suelo levantar piedras, no me gusta. Lo considero un método muy intrusivo, muy poco deportivo digamos, es como hacer trampa. Aparte de eso, me parece que los resultados que se obtienen son menores que si se observa bien en busca de ejemplares mientras estos toman el sol y desde luego, para nuestra espalda es infinitamente peor.

Sin duda lo más difícil ha sido la subespecie de víbora hocicuda (Vipera latastei gaditana) a la que me he atrevido a denominar no sé si con demasiado acierto “víbora tartesia”.

Víbora gaditana (Vipera latastei gaditana). Foto: Javier Álvarez.

Se trata de una serpiente sumamente escasa, amenazada y muy difícil de ver que vive en SO de la Península Ibérica. Tanto es así, que ni más ni menos esa no la he encontrado yo… fue después de dos intentos fallidos, que para poder documentarla tuve que pedir ayuda a herpetólogos y naturalistas locales, y aún así tuve mucha suerte.

Pero hay una especie que fue de órdago, la culebra de collar europea, occidental o helvética (Natrix helvetica)… Después de dos días como un loco buscando sin éxito (relativo porque en mis andanzas me topé hasta con un urogallo), llegué a abandonar, a tirar la toalla.

Y dejando el lugar, allí, en un recodo de la umbría de aquel abetal que era iluminado sólo de refilón por un rayo de sol extraviado, decidí parar el coche y mirar sin albergar esperanza alguna. Fue allí mismo, donde estaba enroscado un ejemplar de la especie, este sin duda fue el encuentro más grande de todos, una prueba, una enseñanza de que nunca debemos abandonar y dejar de luchar por algo… y al final, conseguimos el reto.

Cambiando ya de tema, hablemos ahora un poco de ti…  ¿Hace cuánto tiempo llevas «bicheando»? ¿Cuándo surgió tu atracción por los reptiles y anfibios?

– Desde que tengo uso de razón, aunque no acostumbre a usarla como yo digo. Soy de pueblo y crecí muy cercano a los animales domésticos, mi abuela tenía gallinas, conejos, lechones. Crecí con el campo al lado de casa, pero aún así creo que naturalista se nace y no se hace.

En el colegio no solía jugar con los demás niños, pasaba mis recreos cogiendo saltamontes y lagartijas que luego liberaba en clase. Buscaba nidos de jilgueros entre los setos del patio, allí había hasta erizos. Recorría las huertas, los sotos, siempre en busca de animales. Miraba las acequias y allí encontraba de todo; ranas, tritones, culebras, una vez incluso un galápago. Lo cierto es que me interesaba todo en general, también las aves, los mamíferos y los peces, pero esos eran más difíciles de atrapar.

– ¿La herpetología es tu profesión o tu hobby? ¿Colaboras actualmente en algún proyecto de muestreo o investigación en hérpetos? ¿Eres socio de alguna asociación?

– Actualmente sólo soy socio de la Asociación Herpetológica Española. Para mi la herpetología (el disfrutar de la naturaleza en general) más que un hobby o pasatiempo, me parece una terapia, una vía de escape.

El narcótico perfecto en el que evadirse del trabajo y las movidas personales. Aparte de eso, hay gente que sí trabaja en ello y con la que se puede colaborar en el caso de que les venga bien una ayuda.

Con un macho de anaconda amarilla en el
Pantanal brasileño. Noviembre de 2019. Foto: Ignacio Arróspide.

En La Rioja, hemos llevado a cabo varios muestreos que han ayudado a conocer mejor la situación de nuestros anfibios y de los últimos galápagos autóctonos. Actualmente llevamos varios años recogiendo muestras de ADN y de veneno en zonas donde se solapan las víboras áspid y hocicuda, que después son enviadas al Centro de Investigação em Biodiversidade e Recursos Genéticos (CIBIO) de Portugal, donde son estudiadas.

– Una de nuestras entrevistas de 2020 ha sido justamente a Fernando Martínez-Freiría, investigador del CIBIO especializado en vipéridos. ¿Crees, en este aspecto, que las asociaciones están un poco alejadas de la sociedad o de las personas de la calle que quieren aportar o colaborar?

– En absoluto. Creo que actualmente todas las asociaciones con carácter científico tienen proyectos o programas de lo que ahora llaman ciencia ciudadana y que cualquier persona que esté interesada puede colaborar de una forma u otra. Es más, pienso que podría darse el caso de dar por buenas observaciones u aportes de personas que no tienen los conocimientos y la experiencia necesaria como para participar en según que proyectos.

Proyectos que son serios, y que sin algún tipo de filtro sobre este aspecto podrían ver enturbiado su resultado, aunque supongo que ese es un riesgo que merece la pena correr.

– Por supuesto… Y hablando de amateurs y de aficionados … Hay mucha gente hoy en redes sociales que se autodefine “herpetólogo” sin serlo y mucho profesional molesto con esto (en definitiva ser “herpetólogo” es una profesión, no un super poder). Pero, ¿tú que opinas al respecto de ésto?

– ¿Qué es en realidad ser herpetólogo? Yo diría que herpetóloga es aquella persona que estudia los anfibios y los reptiles, pero… ¿A  qué nivel?, ¿profesional o aficionado? Hay gente que considera que buscar bichos y hacerles fotos ya es ser herpetólogo o que incluso por tener en casa una iguana, pogonas y serpientes del maizal se es herpetólogo, yo desde luego no lo veo así. En mi caso creo que simplemente soy un tipo al que le gustan mucho los bichos y no me considero herpetólogo, divulgador ni nada parecido, son etiquetas que me vienen dadas por otros y a veces bastante grandes. No las necesito.

Pienso que en efecto, hay mucho desaprensivo revoloteando por ahí. Que son herederos de una corriente iniciada por las televisiones, donde payasos autodenominados «herpetólogos» que más bien parecen no haber leído un libro en su vida, aparecen manoseando animales “de jaula” y soltando sandeces. Hay mucho postureo y mucho egocentrismo, mucha gilipollez esgrimida por chavales muy jóvenes, pero, ¿quién no ha sido gilipollas con 18 años? En otras personas se huele un cierto desequilibrio neuronal donde los likes y las visitas les nublan la mollera.

– Todos lo hemos sido en mayor o menor parte, por supuesto. Quizá a veces es el ejemplo que se da el problema, no el acto en sí mismo…

– Desde luego, y de no darse todo lo que he dicho antes daría igual y sería meramente anecdótico. ¿Qué necesidad hay de aparecer con los animales en la mano? Precisamente esa ha sido la imagen que más he tratado de evitar a la hora de editar los vídeos en mi canal y hay uno de ellos, en el que aparezco con una víbora hocicuda del que me arrepiento completamente. Siento verdadera vergüenza del ejemplo que podría desprenderse de él.

 Aparte de eso, se están dando ejemplos terribles en el manejo de los animales. No se puede ir por ahí animando a la gente que vaya cogiendo fauna silvestre, aunque se haga con la mejor de las intenciones, es algo por lo que te pueden denunciar. Se me parte el alma cada vez que veo como aparecen anfibios con partes de su delicada piel irritadas, enrojecidas por un manejo excesivo e inadecuado y para colmo, expuestos al sol.

«Se me erizan todos los pelos del cuerpo cuando alguien dice haber salvado una serpiente, después de haberla zarandeado del extremo de la cola y levantado por el cuello, dejando colgar todo su peso sobre sus vértebras cervicales…»

Las serpientes son animales muy delicados y hay gente que cree que son como un cable de acero. Hay vídeos en los que aparecen serpientes a las que les está estrujando el cuello de mala manera por miedo a que puedan morder. A estos aguerridos “cuñados y cuñadas de la jungla” les diría que sí tienen miedo a que les muerda una serpiente, sencillamente no la cojan.

También hay ocasiones en las que directamente se anima a la traslocación de ejemplares, ignorando totalmente las nefastas consecuencias que este tipo de acciones tienen sobre la herpetofauna, y así sucesivamente.

¿Qué es pues, divulgar para ti?

– Pues tendría que acudir al diccionario para responderte correctamente, pero entiendo que divulgar es difundir algo a modo de enseñanza.

Hablando de fauna lo definiría algo así como hacer una exposición del animal haciendo hincapié en sus características, sus costumbres, sus amenazas, su biología, etc, y ya finalmente te diría, que divulgar es hacer todo eso enfocado bajo tu prisma personal, dejando algo de ti mismo impreso en el resultado final.

– ¿Y qué no es divulgar?

– Pues hacer todo lo contrario. Peinarse para bajar a un pozo y coger un animal para ponerse a manosearlo pegando voces, al tiempo que la catatonia cerebral te impide recitar bien lo que sobre él has leído en una guía. Eso no es divulgar.

– Volvamos a cambiar de tema… ¿Cuál o cuáles son los géneros o especies que más te atraen, de los hérpetos ibéricos? ¿Por qué?

– Por supuesto que las serpientes, siempre han fascinado y aterrorizado a la especie humana, es algo primigenio, algo atávico. Me gustan mucho los escamosos, las lagartijas del género Iberolacerta o «lagartijas serranas». Me parecen saurios con una biología fascinante viviendo a grandes altitudes montañosas.

Distribución de las cuatro especies de lagartijas «serranas»
 (género Iberolacerta). créditos: Javier Álvarez.
Lagartija de batueca (Iberolacerta martinezricai) un endemismo amenazado de extinción de la Sierra de Francia (Salamanca). Foto: Javier Álvarez.

Los lagartos ibéricos también, he visto lagartos en diferentes lugares del mundo y como los nuestros te aseguro que ninguno.

Las tortugas y los anfibios ya me gustan menos (lo cual no quiere decir que no me gusten), de los últimos te diría el sapo de espuelas (Pelobates cultripes), quizás porque es una especie bastante rara en mi tierra.

Sapo de espuelas (Pelobates cultripes). Foto: Javier Álvarez

– ¿Qué zonas de España te gustan más para bichear?

– Me encantan las montañas del norte, los Pirineos, el Sistema Ibérico y la Cordillera Cantábrica. Son lugares montañosos y fríos pero albergan algunas de las especies más fascinantes de nuestra geografía. También me gusta mucho el sur de Salamanca y (fuera de España) el norte de Portugal, son dos zonas que me han regalado grandes momentos de bicherío.

– ¿Qué zona peninsular te gustaría conocer (o conocer más)?

– Me gustaría conocer más a fondo el Sistema Central, un sitio que apenas he pisado. Lo mismo me pasa con Cáceres y La Mancha, lugares clásicos de bicherío por los que apenas he pasado un par de veces buscando herpetos.

También la zona de Murcia y Almería donde he estado sólo una vez y me pareció una pasada. Y bueno, Andalucía prácticamente entera, pues aunque he estado varias veces sigo a años luz de conocerla.

– Hablando de zonas y lugares visitados, cada día, más y más personas se acercan a la naturaleza los fines de semana, y no siempre con la mejor predisposición y humildad, ¿qué podrías decirles a las personas «no bicheras» que van al campo respecto a un encuentro con una serpiente?

– Qué la dejen en paz, es así de sencillo. Los encuentros fortuitos entre serpientes y personas no son ni más ni menos que eso, casualidades. Las serpientes están encantadas de no toparse con las personas y si lo hacen, temen por su integridad tanto o más como podemos hacerlo nosotros. De ahí que muchas veces se pongan a silbar y muestren un comportamiento defensivo intimidatorio.

Si nos encontramos con una serpiente, debemos dejarle el espacio suficiente para que se vaya, que puede ser de varios metros, y si no se va, siempre podemos retirarla con un palo hacía la vegetación más próxima para que se esconda, que no tiran rayos, ni escupen fuego, ni van por ahí comiéndose a nadie.

Las serpientes siguen siendo las víctimas de nuestros prejuicios infundados, pese a que solo el 0.5% de las mordeduras (y han de ser de una víbora) son mortales en la Península Ibérica. Foto: Alberto González.

Yo entiendo que a la gente no les gusten las serpientes, es algo normal, de hecho es algo natural. Los bonobos sin ir más lejos matan serpientes por el mero hecho de ser serpientes, y una vez muertas, las arrastran, las manosean, les abren la boca y examinan sus colmillos (si los tienen).

En definitiva, yo diría que aparte de tener conciencia de la vida y la muerte experimentan el mismo repelús y la misma fascinación que sentimos los humanos ante su presencia. Por ello yo no le pido a la gente que ame a las serpientes, es más ni siquiera lo deseo. No es necesario, simplemente basta con que aprendan a respetarlas, con que aprendan que son animales que tienen una función muy importante que cumplir en los ecosistemas y a los que hay que dejar vivir en paz.

– ¿Cuál es el camino para que las personas se sientan interesadas por esta otra naturaleza?

– Yo no sé cual es el camino, pero como has mencionado un buen sendero podría ser el de la humildad respecto al resto de especies. No somos los únicos pobladores del planeta, ni tampoco los únicos con una inteligencia capaz de experimentar sentimientos.

Creo que la verdadera diferencia entre el ser humano y el resto de animales radica en que tal vez seamos los únicos capaces de maravillarnos contemplando al resto de formas vivientes. Humildad, comprensión y empatía, creo que serían una buena senda a seguir.

– Para mi es imprescindible dotar de mayor visibilidad y protagonismo a los hérpetos respecto a otros grupos faunísticos como los mamíferos o las aves. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

– No sabría decirte si es o no imprescindible. Pero al margen de que tanto anfibios como reptiles suelen tener mucha peor fama y causan reacciones de repulsa con más frecuencia que otros grupos de vertebrados, te diría que son criaturas bastante poco visibles de por sí.

El caso opuesto serían las aves, que se nos muestran por doquier allá donde estemos y en ocasiones exhiben una extraordinaria belleza. En cuanto a los mamíferos, la mayoría de ellos tampoco es que se dejen ver con facilidad, pero tal vez el hecho de que pertenezcamos a la misma clase y de que nos regalen peluches cuando somos niños ayude a tenerlos en mayor estima.

«Por lo general la gente no conoce lo que hay ahí fuera en el campo, y ya sabemos que no se puede valorar, no se puede respetar aquello que no se conoce. Si un día nos dejasen un libro sobre la vida de las moscas dejaríamos de matarlas en verano.«

¿Conoces tú Alberto a alguien que no quede maravillado cuando le muestran de cerca un lagarto ocelado? Yo en 42 años que tengo no lo he encontrado.

– La verdad Javier que no; cuando le enseñas un hérpeto de cerca a alguien automáticamente cambia un chip en su interior y la inquietud del niño que fue vuelve a florecer, por decirlo así… Te preguntaba todo esto más bien por que solías decir eso de que “has perdido 15 años con las aves” …

– Sí, lo he dicho muchas veces y a día de hoy te digo que lo retiro. Pero si que es cierto que me pegué como 15 años centrado en ellas y de tener los ojos un poco más abiertos hubiera visto muchísimas otras cosas que seguro me perdí. Pero bueno, de eso no tienen la culpa las aves, sino mi forma de ser, y para nada en absoluto fue un tiempo perdido, eso ya te lo aseguro.

– Yo creo que fue más bien un pensamiento que una realidad, viniendo de ti, pero sea cual sea el grupo faunístico que nos enamore… ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros para ayudar en su conservación, más allá de la política y la ciencia actuales?

– La política no me interesa, y cada día que pasa soy más místico y doy menos importancia a la ciencia, al final, terminaré creyéndome eso de divulgador y terminaré siendo una especie de charlatán.

Mucho me temo que difundir y mostrar las maravillas del mundo que nos rodea es lo mejor y prácticamente lo único que las personas de a pie podemos hacer. Al fin y al cabo eso es lo que hizo nuestro añorado Félix Rodríguez de la Fuente y ya hemos dejado claro que conocer es amar, de modo que si tratamos de difundir lo que sabemos sobre algo tal vez acabemos por hacer algo útil en cuanto a su conservación.

– Casi ya terminando y a título personal… ¿que significa la herpetología para ti, en tu vida?

– Es una terapia como te he dicho, algo balsámico. Sinceramente creo que es una etapa que durará lo que tenga que durar. No sé si pasará del todo o quedará ahí compartiendo espacio con alguna otra vía de aprendizaje y disfrute de la naturaleza.

Es imposible saber lo que me va a apetecer el día de mañana, por donde me va a dar la neura. A lo mejor me da por estudiar las hormigas, o por cultivar rosales…

– jaja bueno no te veo coleccionando sellos. 🙂 Esperemos que sigas haciendo esos maravillosos videos y ayudando en el campo a investigadores ansiosos de papers y dando brillo a estupendo Blog…

¿A quién agradecer o recordar estos años de bicheo compartido?

– Primero de todo a mi mujer, que me ha comprendido y apoyado cada vez que he abandonado el hogar familiar para irme de viaje dentro o fuera de España y que no ha puesto impedimento a este año en el que tantas veces me he marchado por ahí en solitario a buscar serpientes.

Además de innumerables compañeros de andanzas, en el recuerdo siempre tendré al naturalista leonés Alfonso González, conocido en todo el valle de Laciana por su amor a la naturaleza como “el pajarero”. Maestro cetrero, firmó un contrato con Félix para despejar los cielos del aeropuerto de Barajas, días antes de marcharse este a Alaska.

Javier, con Alfonso González, su hijo Urubi y Piornacho, un mastín leonés, en 2019.

Dirigió el centro de recuperación de fauna “El Soto” y por supuesto, también fue minero. Alfonso era una persona con una sensibilidad extraordinaria que se manifestaba no sólo en su trato con la naturaleza, sino también en el arte que destilaba tocando varios instrumentos musicales, dibujando, pintando o tallando madera.

Una personalidad única a la que visité varias veces en los últimos años y con la que llegué a entablar amistad, y de la que aprendí varias cosas que jamás hubiera llegado a advertir por mi mismo. Un infarto nos lo arrebató hace poco más de un año a los 63 años, quedándome el consuelo de haber estado un mes antes allí con mi hijo, que al menos, pudo conocerle.

– Personas que deberían ser eternas. Una pena, pero hablando también de «alegrías», tu hijo es ya un pequeño gran herpetólogo… 🙂 ¿Por qué están importante que los niños no pierdan el contacto con la naturaleza, en tu opinión?

– Para que no sean forofos del fútbol por ejemplo, y no es broma. A mi me ha venido gente con un lagarto diciéndome que había encontrado una iguana. Mi abuelo dudo que escuchara nunca la palabra herpetología, pero sabía muy bien lo que era un “ardacho”.

Vivimos cada vez más alejados del mundo que nos rodea y todos sabemos que eso no es sano, el ser humano necesita de la naturaleza, sea cual sea su relación con ella. Mi hijo es aficionado a la herpetología, pero aún es pequeño y es lo que le gusta a su padre. De momento me lo llevo al campo y disfruto, después ya veremos lo que quiere hacer él, pero será difícil que no respete a esos pequeños seres que conoce desde que aprendió a andar. Volvemos al dicho… “conocer es amar”.

– «Conocer es valorar. Valorar es conservar.» es el lema de Bicheando.net, de hecho…

Ya por último, nuestra pregunta bichera por antonomasia… Que sé que la estabas esperando… ? ¿En qué hérpeto te reencarnarás en tu próxima vida?

– Lo tengo clarísimo, en una culebra bastarda (Malpolon monspesulanus). Una serpiente con un comportamiento fascinante, nuestra “mamba ibérica”.

Culebra bastarda (Malpolon monspesulanus). Foto: Javier Álvarez.

Si volviera a nacer lo haría gustoso sacando mi cabeza de un huevo y elevándola como un periscopio, aunque ello significase acabar mis días desparramado sobre el asfalto.

– Un bastardón macho bien majo, serías. De esos de 2 metros y más despierto que un zorro hambriento, jaja. Muchísimas gracias por tu tiempo y tu franqueza, Javier. Un verdadero placer y una de las entrevistas más personales y entretenidas que hemos hecho. ¡Chapó!

– Qué no te quepa ninguna duda que el placer ha sido mío. Mil gracias a vosotros y a ver si podemos coincidir el año que viene bicheando por algún sitio. ¡Gracias!

Gracias por leernos y, si te ha gustado la entrevista, no dudes en compartirla y seguir a Javier en sus canales sociales: Canal YouTube y Blog Anfibios y Reptiles de la Rioja.